domingo, 11 de octubre de 2009

Vivir

Ayer hubo un accidente en mi familia, nada grave, gracias a Dios todos estamos bien, pero sí nos llevamos un buen susto. A mí esto me hizo pensar en la vida, en cómo es realmente tan efímera y potencialmente cambiante, un segundo basta para que todo de un giro de 180º. En teoría lo sabemos, pero creo que la rutina y actividades de todos los días nos hacen olvidarlo. Son sucesos repentinos, como el de ayer, los que nos aterrizan de nuevo a la realidad.

Experimentar diversas emociones y considerar lo anterior me hizo darme cuenta que soy muy afortunada y que tengo que agradecerlo a Dios. Pero no quiero que sea un agradecimiento de esos que uno hace una vez y olvida, quiero que sea un agradecimiento actuado. Quiero agradecer viviendo, disfrutando de todo lo bueno que hay en mi vida. Si ésta ya es en sí muy complicada, ¿para qué complicarla más? Quiero simplificar las cosas, ver la realidad como es, tomar lo bueno, lidiar con lo malo y no centrarme en eso. ¡Quiero VIVIR, no sobrevivir!