jueves, 18 de diciembre de 2008

LRI comparte sus profesiones frustradas

Ahora que ya me gradué oficialmente de Relaciones Internacionales me he puesto a pensar que en verdad estudié es lo que más me gusta. Me encanta de mi carrera que se compone de diferentes áreas y materias súper diferentes, aprendí de todo un poco, y ya la especialización depende de cada quién.

Entre las profesiones que dejé de lado también hay mucha diferencia. No me acuerdo exactamente qué quería ser de chiquita, jugaba a las “amigas” con mi hermana, a la escuelita, etc. pero sin miras a algo profesional. Ya un poco más grande como de unos 8 ó 9 años se me metió la idea de ser arqueóloga o paleontóloga, me encantaba eso de andar escarbando y descubriendo cosas viejas, aparte que desde entonces me gustaba la historia. Cuando íbamos a El Paso, subíamos un “cerro” en el patio de mis primos y buscábamos huevos de dinosaurio, y en el rancho entre la arena, yo me armaba con palitas y pinceles para encontrar fósiles y puntas de flecha. Lo chistoso es que yo jamás encontré nada, mi hermano fue el que sin querer, aventando piedras a las gallinas de los vaqueros, encontró un fósil padrísimo de conchas marinas petrificadas.

Ya más grande, en secundaria, descarte la idea de andar metida en excavaciones y me llamaron la atención las Relaciones Internacionales. En un plan de vida que hice de tarea en segundo de secundaria, mencioné la carrera como la que quería estudiar, porque me gustaban los idiomas, viajar y porque quería trabajar en la ONU. Ni idea tenía entonces de nada, jajaj.

Para finales de prepa, cuando fue hora de escoger área para mi último año, tenía tres opciones muy diferentes: Medicina, Educación y Relaciones Internacionales. Hay muchos doctores en la familia y me encantaba el poder ayudar a la gente, mejorando su salud, veía operaciones por televisión y realmente me interesaba mucho. Educación también se me hacía interesante porque me encanta aprender y por lo mismo ayudar a otros a hacerlo, sabía un poco cómo era porque daba muchas asesorías en las que, sin saberlo, aplicaba ciertos métodos pedagógicos con mis alumnos. Relaciones Internacionales me llamaba la atención por las razones que mencioné anteriormente, no tenía realmente fundamentos de qué iba a ser la carrera.

Tenía todo esto en la cabeza pero ninguna decisión tomada. Los examencitos de orientación vocacional no me ayudaron en nada porque salí con aptitudes de mecánico administrador, actividades al aire libre y de servicio social, que no tenían que ver mucho con mis carreras consideradas. Así que cuando tuve que decidir, fui a platicar con la psicóloga de la escuela que sabiamente me dijo que como no tenía impedimentos intelectuales para desarrollarme en cualquiera de las tres profesiones, que mejor pensara en la vida personal que quería. Medicina quedó fuera por eso, me encanta a la fecha, pero si quería ser mamá joven y darle lo mejor a mi familia, como cirujana pediatra probablemente iba a estar difícil. Educación también se fue por lo mismo, me gustaba pero el campo de desarrollo era algo limitado: docencia, o investigación e incluso burocracia, pero me di cuenta que no me llenaría. Así que por descarte quedé en el Área Económico-Administrativa y con Relaciones Internacionales, a la cual no le puse peros.

Después de un año en Puebla regresé a Chihuahua dispuesta a empezar. Poco a poco fui tomando ritmo y encariñándome más con la carrera, aceptando la idea de que me gusta ser una “todóloga especialista en nada”. Pero precisamente como tenía esa impresión inicial, me fui metiendo a diversas áreas, desde estar un tiempo trabajando en la administración municipal, hasta participar en los modelos de Naciones Unidas, pasando por laborar en empresas y hacer trabajo de campo de investigación de programas sociales. Fue en el área de las ONG’ s y con los intercambios internacionales que me di cuenta qué era lo que me gustaba: la política pública. Así que espero ahora que ya salí poderme desarrollar en esa área, ya les diré.

Para terminar Relaciones Internacionales, llevé la materia de Seminario de RI, que prácticamente resume todo lo que vimos en la carrera desde teorías hasta análisis de las noticias de actualidad y su relación con modelos e historia. El examen final, era el desarrollo de una tesina de tema libre. La verdad entre tanta cosa que he visto se me ocurrían muchísimos temas: tráfico humano, la falta de legislación internacional sobre temas de bioética y los problemas que se ocasionan, la familia en la arena internacional, los medios de comunicación y el manejo de estereotipos… Batallé demasiado en definir el tema, y sentía el tiempo encima, así que finalmente me decidí por un tema que después de graduada no creo que vuelva a investigar, algo totalmente diferente: Los estereotipos en el trabajo de las ONG’s de África Subsahariana.

Leí demasiado y me la viví pegada a la computadora por un mes, aunque la terminé escribiendo como en una semana, de locos y terminé agotada, pero valió la pena. Lo que me gustó de la tesina y de hecho fue lo complicado, fue que utilicé una teoría de Comunicación Intercultural como marco teórico, pero la apliqué de una manera nueva, hilándola con otras teorías, con el trasfondo histórico y con ejemplos. Quedó muy diferente, no fue cualquier trabajo de investigación. Cuando la entregué me sentí liberada y de hecho no volví a leer nada al respecto hasta la mañana de la presentación, pero me fue bien. Si a alguien le interesa leerla, ¡encantada se la mando! Los dejo con algunas fotos que me tomó mi hermanita trabajando y unas de mi firma de título y graduación. Ya después les contaré QUÉ es lo que sigue, cuando sepa.




1 comentario:

Eloquentia dijo...

Hola Marianita!!!

Espero que te este llendo bien en el D.F. Yo creo que por este medio podemos seguir con nuestra polémica discusión de la noche de los dogos jeje.

Al leer tu historia me doy cuenta que no fui el único al escoger una carrera muy diferente a las que tenía planeadas como Mecatrónica o medicina jejeje Por cierto te dejo la dirección de mi blog: http://eloquentia.synthasite.com

Saludos